lunes, 1 de julio de 2013






INCH’ALLAH



Cartel del film.
                                                                                                                                  
 
El sinónimo insha’allah -al que alude el título original del filme-, es un término árabe que se puede traducir como: si Dios quiere, ojalá, buena esperanza…

Inch’Allah, es un poético, bello y estremecedor filme, que, desde la sensibilidad y el sentimiento de la mujer, narra muy realistamente la historia de la ginecóloga occidental Chloe, quien desempeña su profesión en Próximo Oriente, en Cisjordania, en el territorio palestino terriblemente azotado por los sangrientos enfrentamientos bélicos entre israelitas y árabes, judíos y musulmanes…
Inch’Allah, es también un sutil e incisivo filme acerca de los antagonismos humanos y sociales, ideológicos y culturales, políticos, religiosos…, que tantos estragos causan al entendimiento, la convivencia, la paz…

El filme no sólo trata de los conflictos civiles y militares en Cisjordania, sino que subraya con extraordinaria poesía y sutileza el antagonismo de dos mundos -oriente y occidente- diametralmente opuestos por el desarrollo y el subdesarrollo, la opulencia y la pobreza…

Es estremecedora la secuencia en que Chloe, desde oriente, se comunica a través de internet con su madre, en occidente… Su madre entretenida en las futilidades del mundo desarrollado y pudiente -las joyas, los zarcillos, los collares…-, mientras ella lucha por la salud y supervivencia de unas mujeres embarazadas que gestan hijos sin futuro…

Es la consecuencia social de una población judía floreciente que defiende a toda costa su afincamiento en una tierra “prometida”, frente a una población islámica, pobremente asentada en el mismo territorio, y a la que el futuro no promete nada…

Pudieran ser conflictos culturales enraizados en equívocas interpretaciones del libro sagrado de las tres religiones monoteístas…
 
 
Sirvan Levy -Ava,soldado israelí-, Sabrina Ouazani -Rand, gestante musulmana-, Evelyne Brochu -Chloe, médica-.
 
El pequeño Safi -hermano de Rand, que anda siempre vestido de Superman-, es un niño destruido psicológicamente por las secuelas de la guerra, pero que sueña con sobrevolar el muro de su mísero asentamiento… -El Muro de la Vergüenza, como en la realidad, ha sido considerado internacionalmente y por la Organización de las Naciones Unidas-.

El pequeño y ensoñador Safi, es un mudo protagonista del filme, que denuncia con su atuendo de superchería y en silencio los agravios discriminatorios entre los supermanes del mundo de la opulencia y los desvalidos niños de los racistas apartheid de la pobreza…
 
Safi, en su pequeño mundo, limitado por un muro cuya significación no entiende, pasa sus días de autismo obsesionado con descubrir qué hay al otro lado del muro… Horadarlo, traspasarlo, es su reto, y el simbólico reto de las generaciones del futuro, derribar fronteras…

 
Safi, hermano pequeño de la gestante musulmana Rand, obstinado en horadar el Muro de la Vergüenza.
 
La canadiense Anaïs Barbeau-Lavalette, guionista y directora del filme Inch’Allah, es descendiente de cineastas y puede decirse de ella que lleva el cine en la sangre: su abuelo Marcel Barbeau, fue actor; su madre Manon Barbeau, documentalista; y su padre, Philippe Lavalette, director de fotografía, filmó con singular expresividad el filme que se reseña.

Anaïs estudió en el Instituto Nacional de Imagen y Sonido de la Universidad de Montreal, debutó en series televisivas como actriz infantil, y siguiendo la experiencia de su madre, se inició en el mundo del cine como documentalista. Dato este importante, para entender el realismo y verismo de sus argumentos y de sus personajes.

Con sus primeros filmes documentales -Los pequeños príncipes de las chabolas, Buenos Aires, no llores, Si yo tuviera un sombrero…-, obtuvo importantes premios, reconocimientos y experiencia, que le posibilitarían su entrada en el largometraje de ficción.

Su primer largometraje The ring, fue premiado en los Festivales de Cine de Aubagne, Kiev, Madrid, Taipei, y Vladivostok. Tras realizar los documentales: Los pequeños gigantes -con el que obtuvo el Premio Gémini y Denis Villeneuve -sobre el prestigioso cineasta canadiense-, fué a Palestina a realizar un trabajo sobre Yasser Arafat, y cuya estancia y vivencias del conflicto arabe- israelí le inspiraron la historia del filme Inch’Allah.

En 2012, fue distinguida en Canadá como Artista Para la Paz; siendo su filme Inch’Allah posteriormente premiado por la Crítica Internacional de FIPRESCI en la Berlinale de 2013, en reconocimiento a sus valores humanos y sociales.

 
Anaïs Barbeau-Lavalette.
 
Ha declarado Anaïs que escribió el guión del filme que reseñamos estando embarazada. Este hecho explica la profesión de ginecóloga de la protagonista Chloe, y que una de sus personajes sea una joven árabe gestante; acaso, por ello, el filme refleja casi biográficamente las sensaciones y emociones del estado de buena esperanza, en una situación bélica y de conflicto político, social y humano real, que perdura ya casi medio siglo y cuya solución no parece de inmediato esperanzadora…

En la presentación del filme, Anaïs ha confirmado que sus preocupaciones con el relato no son de carácter ideológico ni político -cuyo conflicto palestino no acaba de entender-, sino esencialmente sociales y humanas…

El hecho de amamantar a su pequeño Manoé durante el rodaje, contribuyó sobremanera a proyectar su sensibilidad maternal sobre los niños árabes que deambulan por los basureros de los asentamientos. La ternura con que se trata al pequeño Safi -que sueña con ser un Superman y volar lejos de su miserable destino-, es una contundente muestra poética de ello…

El filme, que se inicia con el expresivo primerísimo plano de una paloma mensajera y la inmolación de Rand en un acto terrorista -con el que pretende redimir la muerte de su criatura, en su tortuoso parto durante un cerco militar-, desentrañan bellísimas metáforas de humanitarismo, libertad, paz…

Filme inefable, sublime, conmovedor…

Francisco Montero.