miércoles, 6 de agosto de 2014



                                                                                                      
 
 
RAPSODIA EN AGOSTO
 

-Portada del dvd del filme-
                                                                                                                                  
Sobre el poético y metafórico filme Rapsodia en agosto -sin duda, uno de los mejores filmes humanistas de la historia del cine-, su autor Akira Kurosawa, en una entrevista concedida a Gabriel García Márquez, “Gabo”, le declaraba al escritor: “Si hubiese realizado el filme fiel a mis pensamientos, ningún país lo hubiese proyectado…”

El conmovedor alegato fílmico del japonés Kurosawa, contra la guerra y los bombardeos atómicos efectuados sobre Hiroshima y Nagasaki los días 6 y 9 de agosto de 1945, hace ahora precisamente 69 años, es un filme de extraordinarios valores humanos y cinematográficos, que cobra hoy plena actualidad y deja en evidencia la archiconocida creencia de que “La historia es maestra de la vida…”

Decía Kurosawa: “Los peores daños de las guerras y las bombas, son los ocasionados en el corazón de los hombres, que ni el tiempo ni nadie pueden curar”…
 
Daños que hoy se repiten con similar virulencia y que ni la pedagogía de la historia, ni la moralidad tan cacareada por las ideologías políticas y religiosas, dadas las guerras actuales, han conseguido atajar…

Hace unos días nos llegaba el libro editado por Confluencias, pequeña gran joya, de conversaciones entre grandes humanistas de la literatura y el cine; entrevistas de Nagisa Oshima -otro gran realizador de la historia del cine- y de Gabo, a Akira Kurosawa. En ellas, el octogenario Kurosawa, reiteraba, aludiendo a tantos hechos insólitos -caso de las guerras- de la insensatez de este mundo: “No lo comprendo, no lo comprendo…”

¿Puede comprenderse acaso que países que se dicen muy civilizados, progresistas y religiosos, masacren de manera genocida a la humanidad…? Más de 50 millones de víctimas en la Segunda Guerra Mundial, más de 250.000 muertos y un indescriptible legado de horror sólo en Hiroshima y Nagasaki, indescifrable número de víctimas en las recientes guerras, del siglo XXI, de hoy mismo…
 
 
Gabriel García Márquez, Libro de Confluencias y Akira Kurosawa.

 
Cuando Kurosawa confirmaba que si hubiese realizado Rapsodia en agosto fiel a sus pensamientos no se hubiese exhibido, por sus denuncias, en ningún país, aludía a que la generalidad de las naciones, aunque no intervengan directamente en los conflictos bélicos, suelen ser cómplices de los mismos: apoyando o contraviniendo ideologías, vendiendo armas, por un trasfondo de intereses económicos…

No obstante, el inteligente Kurosawa, avezado a realizar sus filmes bajo la férrea censura que rigió Japón en los largos años de su ocupación tras la Guerra Mundial, supo sustituir hábilmente la denuncia explícita por el paradigma de la metáfora poética…

-La metáfora poética es el recurso de los librepensadores humanistas, al que recurren frecuentemente, cuando se les coarta la libertad de expresión…-
 
El hermoso y sutil argumento de Rapsodia en agosto no es muy complejo -una vez más en la mayor sencillez, está la mejor expresividad-: “En unas vacaciones de agosto, una anciana abuela, cuyo esposo, maestro víctima, sobre cuya escuela cayó la bomba atómica en Nagasaki, relata a sus nietos los horrores vividos…”

La explosión, reseña la historia real, alcanzó en su irradiación temperaturas superiores a los 4.000º; hasta los hierros de las estructuras de los edificios ardieron y se retorcieron. Quienes no perecieron directamente en el impacto y la onda expansiva, murieron abrasados gritando “Agua, agua, agua…”

En el lugar de los trágicos y macabros sucesos perdura el testimonio de los retorcidos hierros, que cada agosto se satura de elocuentes y significativas flores blancas…

 
Los nietos visitan el monumento conmemorativo en la nueva Nagasaki.

 
Kurosawa, que se inició en el arte formándose como pintor -y cuya minuciosidad plástica le serviría posteriormente para la composición perfeccionista de sus planos y encuadres cinematográficos-, entró a trabajar como ayudante de dirección en la prestigiosa productora japonesa Toho, en cuyas tareas se familiarizó con todas las disciplinas del Cine.

Como cineasta guionista y director, ha realizado una treintena de importantes filmes, que han contribuido a prestigiar mundialmente al Cine Japonés. Algunas de sus obras se han inspirado o basado en temas clásicos de la literatura universal, caso de: Los siete samuráis -basada en la tragedia griega de Esquilo, Los siete contra Tebas-; Trono de Sangre, Ran y Los canallas duermen en paz -inspiradas recíprocamente en Macbeth, El Rey Lear y Hamlet, de Shakespeare-; “Ikiru”, Vivir -inspirada en La muerte de Iván Ilich de Tolstói-…

A Kurosawa en Oriente, se le ha reprochado tener un pensamiento demasiado Occidental, en detrimento de su propia cultura; aunque, en realidad, el cineasta lo que ha hecho en toda su obra ha sido universalizar los temas llevados al cine, reflexionado y denunciando con rigor las injusticias, la deshumanización y los males tratados en los mismos…

En 1989, el cineasta fue galardonado con un Oscar Honorífico, por su Trayectoria Cinematográfica. Sus filmes Rashömon, 1951, y Dersu Uzala, 1975, fueron premiados con el Oscar a la Mejor Película de habla no inglesa. Kurosawa, como Mejor Director o a su Mejor Película, ha obtenido también, entre otros, los Premios: León de Oro del Festival de Venecia, 1951, por Rashömon; BAFTA -Academia Británica de las Artes del Cine y la Televisión- y Palma de Oro de Cannes, 1980, por Kagemusha…

Su penúltimo filme Rapsodia en agosto, 1991, al que seguiría Madadayo, 1992, -retrato de costumbres de la vida en Japón-, están considerados como los más humanistas, magistrales y poéticos del genial autor -fallecido en 1998-... Cada secuencia, cada escena y cada plano de los mismos, sugieren o provocan una profunda reflexión…
 
 
Sachiko Murase -Abuela Kane-, en la escena final del filme.
     
En la secuencia final del filme que se reseña, la Abuela, desafiando una fuerte tormenta, corre hasta las colinas para divisar la nueva Nagasaki de sus nietos… Es un sublime contrapunto poético humano y natural, frente al antinatural genocidio de la población que pereció abrasada gritando: “Agua, agua, agua…”

En Rapsodia en agosto, su sugerente música, obra del popular compositor japonés Shinichiro Ikebe, sobre la “Sinfonía del Destino” -Quinta Sinfonía de Beethoven, también conocida como “La Fuerza del Destino”-, subraya con extraordinaria expresividad y significación diferentes escenas…

El filme comienza con unos primeros planos del nieto Tateo, intentando afinar un viejo órgano con las primeras notas de la Sinfonía… En la última escena de la anciana abuela bajo la torrencial lluvia, una "Sinfonía acabada" subraya con gran fuerza expresiva la situación…

Pura y sutil poesía y metáfora cinematográfica…

En internet online, o el dvd de tan memorable y humanizador filme, Rapsodia en agosto, es fácil de encontrar…

Francisco Montero.