sábado, 6 de junio de 2015






LA ISLA DEL MAÍZ

-Cartel español del filme-

Hace tres décadas, durante varios años, en un diario de gran acogida social, seguíamos asiduamente una curiosísima contraportada minimalista de prosa poética, titulada “Imágenes para imaginar”…

En ella, como en todo ejercicio de arte y ensayo minimalista, que reduce la comunicación y la expresión al mínimo, o sea a lo “esencial”, el autor a partir de una imagen significativa, sugerente, metafórica…, realizaba sencillas pero profundas y entrañables reflexiones poéticas, plenas de sensibilidad, humanismo…, invitando al lector a implicarse personalmente en ellas.

Aquellas metáforas de imágenes y palabras, fueron reconocidas con el Premio de Prensa del Año Mundial de las Comunicaciones, 1985…

Desde entonces, en los medios de comunicación, no habíamos encontrado un ejercicio de arte y ensayo, poético, espiritual…, de implicación personal y social, similar…

Pues bien, el insólito y singular filme La isla del maíz, del joven guionista y realizador georgiano George Ovashvili, ha sido hoy ese feliz encuentro con la pureza y la esencia del "arte de bellas artes" -que es el cine- y la poesía…

Ovashvili, hasta ahora poco conocido en los medios cinematográficos occidentales, se graduó en el Instituto de Cine y Teatro de Georgia, completando su formación en la Academia de Cine de Nueva York y en los Estudios Universal Pictures de Hollywood.

En los medios artísticos se inició como actor teatral y director de teatro para niños. En esta actividad, adquirió su experiencia de conseguir con recursos mínimos los mayores resultados expresivos…


George Ovashvili, director de La isla del maíz.

Con sólo media docena de realizaciones y numerosos reconocimientos y premios, como guionista o director de televisión y cine, en cuyo historial destacan los títulos A la altura de los ojos -cortometraje-, La otra orilla, La isla del maíz, Khibula -en realización-, Ovashvili, viene efectuando una heroica tarea, en un país como Georgia, en el que, tras su separación de Rusia, sólo se producen dos o tres películas anuales.

Para realizar el filme La isla del maíz -de narración cinematográfica inusual, atípica, y negadamente comercial-, Ovashvili, se enfrentó a la dura tarea de buscar su producción en Georgia, Kazajistan, República Checa, Alemania, Francia…; esfuerzo que posteriormente redundó en que el filme fuera seleccionado como Mejor Película de Lengua Extranjera a los Oscar, y obteniendo el prestigioso Premio Globo de Cristal en el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary de la República Checa, considerado entre los más importantes Festivales de Cine de Europa, de valores artísticos, humanos, sociales…

El argumento literario de La isla del maíz -para estos babélicos tiempos de desmesurada e insubstancial verborrea en la comunicación humana y social y en todos sus medios- es bien sencillo, pudiendo parecer muy simple: “En una minúscula isla en medio del cauce del río Inguri, que hace de frontera natural entre Georgia y la separada Abjasia, un anciano abuelo, acompañado de su nieta adolescente, decide cultivar maíz…”

Contrariando su argumento, iconográfica y poéticamente, el filme es de una extraordinaria riqueza expresiva, pletórica de metáforas y sugerencias, que implican al espectador y parecen buscar que éste sea quien dé explicación, a las profundas reflexiones que el filme esboza, sugiere…

Mariam Buturishvili -Nieta- e Ilyas Salman -Abuelo-, en una imagen del filme.

En el filme, en el que -extrañando al espectador común- no aparece ni un solo diálogo en su primera media hora, la Nieta, a su llegada al pequeño islote que se ha formado en los aluviones del río, pregunta al Abuelo, ¿A quién pertenece esta tierra…? Y éste escuetamente responde: Al Creador…

Las alusiones y el cuestionamiento del sentido humano y social de la propiedad y del conflicto de pertenencia, y la separación entre Georgia y Abjasia, resultan evidentes…

La siembra, germinación, cultivo y recogida del maíz, en el minúsculo universo personal de un anciano, de vuelta ya de todo…, sólo es la metáfora de un ciclo de vida -primavera, verano, otoño, invierno…-, en medio de un río, cuyo incontrolable caudal, que desemboca en el Mar Muerto, lo arrasará todo…

La Nieta adolescente, con su modesta muñeca de trapo, mudo pero expresivo testigo poético de la niña humilde que se hace mujer, sin padres protectores, será la metáfora del futuro incierto, de una dura vida por delante…

Los militares que desde una orilla del río, escudriñan, lascivos, con sus prismáticos a la adolescente, o los del ejercito contrario que se beben con saciedad el vino que le exigen al abuelo, será la metáfora de los armados, desalmados, que lo controlan todo: naciones, países, el planeta…

Cada secuencia, cada escena, cada plano de La isla del maíz, más que narrar, sugiere, evoca, incita a la reflexión…

Como buen cineasta, convencido de que una imagen puede expresar más que una tropelía millonaria de palabras, Ovashivili, nos ofrece un filme original y extraordinariamente visual…

Su evocación del olvidado realismo mágico, del Cine Ojo, de la Escuela Documental Rusa, de Dziga Vértov, se hace patente en el filme…

Introspectiva y poética imagen del filme.

Como cine esencialmente visual, con frecuencia, en los planos, los personajes se miran incisivamente, lo que no se dicen con palabras, lo expresan con sus intensas y escudriñadoras miradas, que intentan penetrar en el alma del otro… Qué se intuye, qué se siente, qué se piensa en esos dos mundos personales tan distintos y distantes, unidos pero separados, por la edad, las vivencias, las experiencias, su naturaleza de hombre y mujer, de anciano y niña…

La isla del maíz, es un filme sutil y a la vez duro en las vivencias de los personajes, atenidos a unas circunstancias mínimas de supervivencia, sitiados por una naturaleza, un mundo, que más que tierra prometida o idílico paraíso -como son las paradisíacas y turísticas Islas del Maíz nicaragüenses; contradicciones-, es un medio agreste y hostil, como los agresivos militares que allegan al islote en su caza humana del adversario, el enemigo… Como suele ser la vida para la mayoría de las gentes y en cualquier lugar…

La insolidaridad y la guerra, entre Georgia y Abjasia, entre cualquiera de los países del planeta, las luchas por el poder, las propiedades y las pertenencias, aunque ausentes están presentes…

Pura, pero dura poesía visual, cine en esencia…
Francisco Montero.