sábado, 1 de febrero de 2014



                                                                                                       


                                                                       
               LA GRAN BELLEZA

 
-Cartel del filme-


“Roma o muerte” -se lee en un simbólico plano detalle al inicio del filme-; fue el lema con el que el gran Garibaldi, liberó a Roma de la ocupación extranjera, y es cita que figura al pie de su monumento ecuestre, en la colina del Janículo, desde la que se divisa toda la ciudad eterna

Pues bien mal, la auténtica belleza de la cosmopolita Roma -capital mundial del turismo-, al igual que la gran belleza del mundo y de la vida, propone el film, ha muerto…

Y ha muerto a manos de una criminal burguesía de potentados financieros, políticos, clérigos…, que con las desastrosas armas de la corrupción -sus falacias, su hedonismo, su buena vida…- la han aniquilado… Es el fascinante discurso fílmico que Paolo Sorrentino, desarrolla genialmente en el filme que se reseña…
 
Ya en 1960, el cine simbolista de Federico Fellini, en su crítico y demoledor filme La dolce vita -considerado uno de los mejores filmes de la Historia del Cine, pero censurado por parte de la curia vaticana y prohibido en España-, abominaba sobre la decadencia social de la alta y acomodada burguesía civil y religiosa…

Dos años después, el surrealista y abstractivo cine de Michelangelo Antonioni con su trilogía de La aventura, La noche y El Eclipse, refrendaba la descomposición social de la burguesía occidental, víctima de sus propias miserias morales y sus conflictos emocionales…

Y en 1971, con el sutil realismo social de su filme Muerte en Venecia, Luchino Visconti, hacía inaprensible y daba por muerta a la gran belleza, que floreció en occidente desde el Renacimiento…

Pues bien, rindiendo homenaje y recordándonos a los tres grandes maestros del cine italiano, Paolo Sorrentino, toma las demoledoras armas y claves narrativas de éstos, y vapulea, con su propio simbolismo, abstracción, surrealismo y realismo -claves discursivas del filme La gran belleza-, a la cosmopolita sociedad burguesa civil y religiosa de hoy…
 
Paolo Sorrentino, dirige el rodaje de La gran belleza.

Rememorando también al magistral dramaturgo Gustavo Modena, quien afirmaba que el teatro era la mejor forma de idealizar los pensamientos y las ideas, -y cuyo busto aparece en un plano del filme-, Sorrentino inicia su teatral y metafórica narración desde la colina del Janículo; repara en históricos monumentos, junto a los que nos muestra a una abigarrada pléyade, desde un coro de monjas que ejecutan desmotivados cantos religiosos, hasta una orgiástica élite burguesa en jarana, alienada por la música pachanguera, el erotismo y los estupefacientes…

A la fiesta acude el veterano y descreído periodista Jep Gambardella -Toni Servillo-, quien parece andar a la caza de una crónica de la sociedad burguesa cosmopolita que veranea en la ciudad… La trayectoria del filme, es la crónica periodística de esa sociedad amoral, deforme y horripilante, que contamina la belleza de la vida y la monumental belleza de la historia…
 
En su deambular periodístico, Gambardella, irá desentrañando los caracteres personales y la radiografía de una sociedad que ha perdido, en el acomodo, el bienestar, el disfrute hedonista y el egocentrismo, el sentido de sus vidas y el norte de los valores positivos, de la bondad, la verdad, la belleza….

El filme es muy expresivo y rico en sus diálogos y metáforas iconográficas de profunda significación, aunque acaso poco inteligibles para espectadores no avezados a la narración simbolista, surrealista y abstracta, del cine…
 
Metáfora visual del filme: Personajes se empapan y dos hermanas de caridad pasan sin cederles un paraguas...

Son escenas connotativas del filme, con metafórica y profunda significación, entre otras muchas: A un cirujano plástico acuden multitud de pacientes que, al no encontrar otros valores mejores en la vida, se afanan en su belleza física…; En una ceremoniosa recepción a todas las religiones y credos, desprovista de oropel y grandilocuencia, una humilde Santa Madre Hermanita de la Caridad -que alude a Teresa de Calcuta-, suplanta al Santo Padre…; En una suculenta comida de marketing religioso, en honor de referida Hermanita, un cardenal de atildado boato, alardea de conocimientos culinarios...; Y cuando a la enfadada Hermanita le piden que hable de la pobreza, ella, con su apagada voz, sorprende a todos: “De la pobreza no se habla, la pobreza se vive…”; La directora del periódico para el que trabaja Jep Gambardella, una fea y deforme enana -que sí cree en valores positivos- confiesa a este: “Me quedé en la estatura de la niñez y sigo ilusionada con la vida como una niña”…
Es la gran belleza espiritual oculta tras la pobreza, la fealdad, le deformidad…

En la ficción del filme La gran belleza, al igual que en la realidad, el periodismo y los medios de comunicación, testigos y conciencias de la actualidad, vienen a ser los denunciantes de todos los males y corrupciones del mundo de hoy; pero también, en muchos casos, los alentadores hacia el sentido positivo de la vida y los valores espirituales…
El filme, aunque pueda resultar a alguien excesivamente maniqueísta, crítico y demoledor, al espectador reflexivo, no le dejara indiferente.
 
El joven guionista y director de cine Paolo Sorrentino, aunque no cuenta aún con una amplia trayectoria profesional, sí es reconocido como uno de los grandes talentos del cine italiano y europeo actual.
En su septena de largometrajes, destacan los filmes: Las consecuencias del amor -que explora la mente, vulnerabilidad y cambio de un hombre de negocios manipulado por las mafias y la droga-, El amigo de la familia -sobre los sentimientos de un septuagenario y avaro usurero acerca de la amistad interesada-, El divo político -sobre la biografía del controvertido Giulio Andreotti-, con el que obtuvo el Premio del Jurado del Festival de Cannes, 2008. Filmes en los que, al igual que en La gran belleza, desnuda y se adentra en las vivencias personales, intimistas y profundas del hombre y la sociedad actual.
El cineasta cuenta también, entre otros reconocimientos, con los Premios David Donatello y Argento Nastro, al Mejor Director.
 
Toni Servillo -Jef Gambardella-, protagonista del filme.

Toni Servillo, popular director de teatro y actor italiano, tiene una dilatada trayectoria en el arte dramático.
Fue cofundador del Teatro Estudio de Caserta, dirigiendo obras teatrales y musicales de importantes autores como Moliere, Mozart, Strauss, Rossini…, con las que obtuvo destacados reconocimientos y premios.
En el cine ha sido intérprete y protagonista en más de una veintena de filmes. Es el protagonista predilecto de Paolo Sorrentino, siendo Premiado como Mejor Actor en sus filmes: Las consecuencias del amor, El divo político, La gran belleza… -reciente galardón que le fue concedido en el Festival Internacional de Cine de Sevilla, 2013-.
Su versátil actuación en citado último filme, es magistral, muy plausible…

Francisco Montero.