martes, 15 de mayo de 2012

LOS JUEGOS DEL HAMBRE
-Cartel publicitario del filme-

Algunos de los programas más cotizados de la llamada televisión basura, son los realities shows, o espectáculos realistas, en los que se someten a los participantes a duras pruebas competitivas y de antagonismos, muchas de las veces morbosas, soeces, repugnantes, crueles…
Y que suelen tener éxito seguro entre las masas populares de “pan y circo”…

Referidos espectáculos no son nuevos de nuestros tiempos; en la Roma imperialista, en la que hunde sus raíces nuestra pretendida avanzada cultura -¿…?- latina, occidental, los morbosos y soeces circos en los que se enfrentaban a gladiadores y a fieras, hasta las más crueles y repugnantes muertes, son sus ancestrales orígenes…

Salvando distancias y espectacularidades, la sojuzgación por los poderes imperantes, y el escapar de sus sometimientos, de la pobreza y del hambre…, siguen siendo hoy motivos similares a los de antaño que propician y dan lugar a esos juegos…

Es la temática que trata con pretendida crítica el filme Los Juegos del hambre, basado en la obra homónima de la popular guionista de televisión y escritora de literatura infantil y juvenil, Suzanne Collins, de la que es primer volumen el título que nos ocupa, un éxito literario mundial sin precedentes.

Suzanne Collins, escritora de Los juegos del hambre

El cine, que no es sólo imagen, sino también imaginación ha encontrado en la trilogía de Collins, un filón temático para la gran pantalla, que, en su primer filme, viene arrasando en todas las carteleras cinematográficas. Las sagas televisivas en las que Collins adquirió gran experiencia como guionista, fueron clamorosos éxitos en Estados Unidos.
Collins, logra sintonizar con la psicología y los intereses juveniles, de la imaginación y la avidez de vivencias y experiencias aventureras, cuyas claves narrativas aderezan su exitosa obra.

Trilogía literaria de Collins

Gary Ross, director y coguionista -junto a Suzanne Collins y Billy Ray- de Los juegos del hambre, tiene más experiencia y reconocimientos como escritor de guiones televisivos y cinematográficos, que como realizador.

En el filme que reseñamos, prevalecen las claves de la narración televisiva de los realities shows o espectáculos realistas, sobre las claves netamente cinematográficas. A medio camino entre la fábula mitológica y una sofisticada ciencia ficción futurista, el filme pierde coherencia y la credibilidad propia del cine realista.
El personaje principal de Katniss -referente de la mítica diosa Diana, cazadora y protectora de valores naturales…-, interpretado por la joven Jennifer Lawrence, al igual que el resto de personajes y reparto, se pierde y queda desdibujado entre las artificiosas y sofisticadas escenas televisivas y las desnaturalizadas de los sombríos bosques en los que se desarrollan las repugnantes competiciones de cacería humana…

Jennifer Lawrence, en el papel de la mítica cazadora Katniss

Sin conseguir conjugar las secuencias de los platós de televisión con las de la naturaleza, el filme trascurre de unas a otras sin bosquejar las psicologías de los personajes y sin esclarecer su crítica a los programas de televisión basura… Acaso, imitando algunas pautas de Roman Polanski, para provocar la repulsión en los espectadores hacia la morbosidad y la crueldad, el filme alcanza algunos logros.
Ni la trama de librar a la hermana pequeña de los horribles juegos, ni la del sacrificial romance de los protagonistas, logran aportar valores éticos o dramáticos, que propicien la reflexión crítica sobre los programas televisivos denigrantes, y salven al filme del mero espectáculo juvenil de ficción y de aventuras de pésimo gusto.

Jennifer Lawrence y Liam Hemsworth, protagonistas del filme

Dado el gran éxito literario de la novela de Collins, y la extraordinaria publicidad con la que se promocionan la novela y el filme, no es de extrañar la permanencia en cartel de éste, y su arrasamiento taquillero.
En plena Feria del Libro, en una importante librería, el libro Los juegos del hambre, encelofanado, se vendía con una pegatina en su portada que indicaba: “Regalo de una entrada para ver la película en el interior…” En la taquilla del cine nos aseguraron con toda rotundidad que no tenían conocimiento de ello… ¡…!

A la salida de la sesión escuché comentar a una juvenil pareja: “¡Qué dolor de cabeza…! ¡Qué horror, cómo nos calientan y comen el coco…!”

Francisco Montero.