lunes, 6 de agosto de 2012

LA FELICIDAD NUNCA VIENE SOLA
-Canto al cine y a la comedia romántica-

-Cartel español-
    
Cuando un gran póster de la mítica y romántica película Casablanca, preside la cabecera de cama de un dormitorio de cine, bien puede significar que el cine aún sigue siendo una “fábrica de sueños”, un lenguaje onírico, el arte de la ensoñación…
Cuando decenas de carteles inolvidables de la Historia del Cine -Cantando bajo la lluvia, West side story, Hair…- forman parte del decorado de un filme, pueden significar tanta admiración, tanto amor, tanta devoción… ¡Un canto al cine…!
Cuando en diversas escenas de un filme se rememoran y se rinden constantes homenajes a momentos mágicos creados y plasmados para las pantallas de todos los tiempos por maestros y geniales precursores y cineastas -Crowe, Meliès, Chaplin, Capra, Stevenson, Allen…-, ese filme, sin lugar a dudas, denota bastante conocimiento, identificación y sensibilidad con el Séptimo Arte, o Arte de Bellas Artes…

Pues bien, este es el caso de la bella comedia romántica La felicidad nunca viene sola, que recogiendo la rica herencia de la prolífica Comedia Romántica Cinematográfica, viene a renovar, a su vez, el Cine Romántico Europeo…

Sophie Marceau, Charlotte, y Gad Elmaleh, Sacha, en una escena del filme.

El filme La felicidad nunca viene sola, dirigido por el cineasta francés James Huth -cuyo guión escribió con la colaboración habitual de su esposa Sonja Shillito-, no sólo viene a renovar con acierto el exitoso género cinematográfico de la Comedia Romántica, sino que renueva también muchas claves narrativas del tradicional Cine Musical, últimamente poco tratado.

La felicidad nunca viene sola, es una comedia de situaciones -en la que el elemento más importante es el guión y la historia que narra-, y que por su excelente puesta en imágenes e interpretación destaca también como comedia de actores -que centra su atención en sus protagonistas-; en este caso en Sophie Marceau, Charlotte, y en Gad Elmaleh, Sacha.

James Huth, polifacético cineasta -guionista, director, productor…-, no tiene una amplia trayectoria creativa -en su breve filmografía destacan los filmes: Serial lover, Brice de Nice, Lucky Lucke…, poco conocidos fuera de Francia-; pero con La felicidad nunca viene sola, dados los valores del filme, ha adquirido una popularidad internacional insólita.

Sin duda, a esa popularidad ha contribuido sobremanera, la colaboración en el guión y en el rodaje, de su esposa y cineasta Sonja Shillito, muy identificada con la psicología de la mujer y cuya sensibilidad queda patente en la creación del personaje femenino Charlotte, núcleo esencial de la narración en torno al que se desarrolla toda la historia.

Sonja Shillito y James Huth, autores del filme.

La felicidad nunca viene sola, cuenta con una renovada trama de cine musical -en su desarrollo dramático ya no aparecen la música y la danza como elementos claves de énfasis y espectáculo para subrayar la narración, sino que sustentan la realidad y las vivencias de los personajes-; Sacha es músico profesional, se dedica a la composición y a la interpretación, y sólo baila improvisadamente con Charlotte, o con sus amigos, momentos de romanticismo o euforia, sin coreografía especial y sin vestuario espectacular. No obstante, el filme sí rinde homenaje, reiteramos, a grandes musicales de la historia del cine y de Broadway como: Los 5000 dedos del doctor T, Mary Poppins, Jesucristo Superstar…

Su historia, no muy original pero sí propicia para la comicidad y el romanticismo, nos cuenta cómo Charlotte, divorciada por dos veces y con tres hijos -y que por ellos no ha roto aún del todo con sus anteriores maridos-, conoce al artista, crápula y libertino, Sacha, saltando entre ellos la apasionada chispa del enamoramiento…
Sus mundos son extremadamente diferentes y opuestos, pero, ya se sabe, contra el enamoramiento no hay quien pueda… Charlotte que ama la seguridad y la estabilidad, se rinde a la inestabilidad y la inseguridad del artista… Sacha, que odia a los niños, los compromisos y la familia, se resigna a convertirse en padrazo…
Ambos, sin desearlo, se ven sobrecogidos, atrapados, por azarosas y controvertidas, hilarantes y románticas situaciones…
Ambos aceptan que la felicidad nunca viene sola, sino inmersa en complicados mundos y complejas circunstancias… Claro que si esas circunstancias y esos mundos se aceptan y sobrellevan con poesía, humor y amor…, todo puede ser posible…

Plano y contraplano de los protagonistas

En el universo del cine desde los catorce años, en los que se inicia como intérprete, con más de treinta filmes protagonizados -entre los que destacan: Felices Pascuas, Mis noches son más bellas que mis días, Braveheart, Ana Karenina, El sueño de una noche de verano, El mundo nunca es suficiente, Las mujeres de la sombra…-, y más recientemente con cinco filmes como guionista o directora -Háblame de amor, El misterio de Deauville, Al otro lado de la cama…-, Sophie Marceau, ha obtenido numerosos reconocimientos y premios en importantes festivales, estando considerada como “gran estrella” del cine europeo.
Gad Elmaleh, coprotagonista del filme, actor y humorista marroquí -nacido, precisamente en Casablanca-, con una docena de filmes en su historial -El juego de los idiotas, Coco, Medianoche en Paris…-, viene ascendiendo vertiginosamente como actor, guionista y director, habiendo sido distinguido como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia.
A ellos se debe el éxito de La felicidad nunca viene sola como comedia de actor.

Ante un gran cartel de Hair -opera musical vanguardista, que cantó en la década de los sesenta la cultura y filosofía hippie sobre la naturaleza, la libertad, el amor…-, Charlotte se despoja de su albornoz y se ofrece a Sacha, éste, perplejo, exclama “Dios Existe…”; el sublime piropo y la ingeniosa situación, que no son sólo un canto a la belleza física del personaje -Sophie, anda ya bien entradita en la madurez-, sino a la ofrenda, al enamoramiento, al amor…; es una muestra de las innumerables, deliciosas y exquisitas situaciones que se suceden a lo largo del filme -bellísimas alegorías como: la magia de El viaje a la luna, de Meliès; la florista ciega que sólo ve con los ojos del corazón de Luces de la ciudad, de Chaplin; el simbólico vuelo sobre las nubes de Casablanca, de Michael Curtiz; el cómico romance bajo el puente de Manhattan, de Woody Allen…-
En definitiva, ingeniosa comedia de situaciones, hermoso canto a la belleza, al amor, al romanticismo…

Francisco Montero.